Tenemos razones suficientes para pensar que los
problemas de la naturaleza son los problemas del hombre por excelencia: necesariamente hacen referencia a su permanencia
o destrucción definitiva.
Ante esto, se deben ofrecer razones al individuo para que se convenza
de que respecto a la naturaleza no podrá actuar más sin limitación
alguna.
Si sucumbe la naturaleza, caen con ella los grandes paradigmas del
hombre.
Según Marx, tuvo razón Vico al distinguir la historia de la humanidad
de la historia de la naturaleza; la primera, dijo, la hemos hecho nosotros,
mientras que la segunda no.
El hecho mismo de actuar o no sobre la naturaleza nos
coloca, paradójicamente, frente a un callejón sin salida; cualquier
solución que adoptemos y sus previsibles e imprevisibles
efectos, tendrá en lo más hondo que ver con nosotros mismos.
Lo que nuestra época necesita no es “eternidad” como
pensaba Kierkegaard.
No olvidemos que somos hombres de la naturaleza, más bien, de
una determinada naturaleza.
hoy más que nunca se hace necesaria la creación de
una ética planetaria de la solidaridad humana que tenga como base un
tipo de fundamentación, en la cual se determine cuál deberá ser nuestra
responsabilidad y compromiso moral para con nuestros congéneres
humanos, las generaciones futuras y la naturaleza en general, así como
las disposiciones sociales y políticas que será necesario implantar por
parte de nuestras sociedades para hacer posible en
los hechos un respeto activo de la naturaleza.
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