La autoestima es el conocimiento que tenemos de nosotros mismos, es
decir, la aceptación de nuestros potenciales y debilidades, aquello de lo
que somos capaces hacer de acuerdo con nuestra humana condición.
Se habla hoy en día de alta y baja autoestima. La persona con alta
autoestima, al aceptarse como es busca siempre el bien de sí misma, por
el contrario, la que tiene baja autoestima, al no aceptarse con sus propios
potenciales y limitaciones, tiende a la depresión, a la desmoralización
y, en algunos casos, al suicidio.
A decir verdad, la primera persona con la que
de hecho nos relacionamos somos, evidentemente,
nosotros mismos, y esta relación es la que da lugar
precisamente al amor propio.
podemos decir que el amor
propio no sólo es bueno, sino totalmente necesario, debido a que es
el motor de toda nuestra existencia.
el amor propio entendido como autoestima o valoración de sí
es un muelle imprescindible de la acción.
Ahora bien, el amor propio como autoestima, al contrario
de como pudiera parecer en nuestros días, no siempre ha sido
bien visto en la historia de la humanidad.
“No seas egoísta” acusa, en último análisis, la misma ambigüedad
que en el calvinismo.
Pero no siempre el egoísmo, el amor a sí mismo y el interés propio
han sido considerados pecaminosos y amenazantes para los individuos
y las sociedades en distintas épocas históricas.
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